ITINERARIO
Los que amamos, frecuentamos y tratamos los libros como cosas vivas, hemos trazado sin imaginarlo siquiera, una especie de itinerario emocional, señalando páginas o subrayando frases o pensamientos con los que nos identificamos. A veces, al bajar un libro de la biblioteca, instantáneamente evocamos toda la historia material y espiritual de ese libro. Cuándo y por qué lo compramos, cómo lo leímos y aquellas pausas que nos imponíamos durante la lectura. A veces nos preguntamos ¿por qué señalé esto? Comenzamos a hojearlo como un itinerario familiar. Sin embargo, al iniciar la lectura, el panorama es distinto ¿Cómo era yo entonces? Nosotros no recordamos, pero el libro de ayer sí. Cerramos el libro y pensamos en el que estamos leyendo ahora con la misma avidez, y en el que, al igual que éste, señalamos nuestras preferencias subrayadas, tal vez dentro de pocos años no sean las mismas.
Vivimos como ajenos a nuestras transformaciones, nos creemos firmemente inamovibles, y basta un vistazo a un libro cualquiera para demostrarnos hasta que extremo la sensibilidad se modifica, como nos desdoblamos y rectificamos. Y ese proceso, paulatinamente veloz, se nos revela a veces, insospechadamente, leyendo un párrafo señalado de un libro.
Así sucede.
ResponderEliminar¡Excelente! Existen libros que parecen haber sido escritos para ser releídos. A veces, es una oportunidad para aprender aquello que, en ese entonces, pasamos por alto.
ResponderEliminar